Cinco días fueron los que pasé en el Departamento
de Calidad. ¿Haciendo qué? Fácil. Falsificando firmas, “truquear” información,
amenazando a trabajadores a firmar documentos en donde confirmaban recibieron
capacitación especializada y que asistieron a pláticas de seguridad que nunca
hubo. Calidad. Eso es calidad. Y eso que no he hablado de la Jefa de Calidad. Y
no hablaré de ella, ni de muchas otras personas. Dicen que no hay peor cosa que
un pendejo con iniciativa. Yo creo que no hay peor cosa que un pendejo que no sabe
que es pendejo. En eso, el ITESM es muy bueno formando a sus profesionales,
unos verdaderos arrogantes. Me incluyo. (NOTA: muchos de los que ocupan puestos
de importancia en Proacon son del ITESM o son españoles).
Eso se remata con un día extra. Verán. Proacon
tiene por contrato 3 tajos (o sea, 6 túneles, un tajo siendo un frente de
trabajo que abarca carril de ida y carril de regreso con su respectivo túnel).
El tajo donde estuve trabajando era Desierto de los Leones. Los tajos Luis
Cabrera y La Loma se encuentran en la misma zona. Debido a que yo no había ido
a esos tajos, me obligaron pidieron de favor que fuera a esos túneles un
turno. Y vas. 10 días seguidos de trabajo. Sin descanso.
Al fin me dan 3 días de descanso. Claro. Si
contamos que todavía tengo que hacer cosas de la universidad y que vivo sólo (léase,
tengo que hacer todos los quehaceres del hogar por mi cuenta) pues no queda
mucho de descanso.
En fin, me avisan que trabajaré en oficina.
Después de la verguiza, viene la “lambehueviza”, es decir, trabajar como
asistente del Jefe de Obra de Proacon en la Supervía Poniente. Fue la única
etapa tranquila que tuve en la empresa. Tuve que revisar las partes de trabajo
(documentos que los Jefes de Relevo hacían para justificar sus horas de
trabajo) y revisar facturas. Pffff, hasta me dan laptop y escritorio para que
trabaje de patrón. “Vas pa’ la
grande, Nacho”. Es decir, fui mitad ingeniero, mitad secretaria del jefe. Si
eres practicante, ese es un puesto y un trato decente. La neta.
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