martes, 11 de diciembre de 2012

La luz al final del túnel IV:Con un poder muy pequeño, viene una responsabilidad muy grande...



Pero aún hay más. Resulta que el gobierno del Distrito Federal (pues es obra pública) cree que es buena idea no pagarle a las empresas que están trabajando en la Supervía Poniente. “You know, because that’s how we roll in Mexico, motherfucker”. Pero pues no pueden hacerlo nada más así porque sí (bueno, si pueden, pero pues no hay que ser tan sinvergüenza, ¿Verdad Ebrard?). La cosa es que les estaban pegando a las empresas por donde más les dolía; podía ser calidad, producción, medio ambiente… y en el caso Proacon, seguridad. O con el nombre bonito: Prevención de Riesgos Laborales.

Una de las exigencias es que tenía que existir un encargado de seguridad en los tajos mientras se estuviera laborando. Es decir: ¡PINCHE SIEMPRE!... ¿Y quién podrá encargarse de la seguridad de los túneles? Pues un Técnico en Seguridad Industrial ¿Tenemos de esos en Proacon? Ja, claro que no. Para eso están los practicantes de ingeniería civil.

Sí. Tuve que jugar el papel del TSI de Proacon. Al principio no era difícil porque tenía que hacer unos reportes de gases tóxicos adentro del túnel. Los hacía, daba tres o cuatro vueltas. Y listo… Pero llegaron los Leones y Asociados, o sea, Protección Civil para los nenes con dinero. O sea, raza que exagera.

Antes de seguir quiero aclarar una cosa. Yo también creo que la seguridad es importante en el área de trabajo. Muchos accidentes suceden porque la gente no quiere hacer caso a cosas simples como usar guantes, cascos, ropas con tiras reflejantes, etc. Una cosa es eso, y otra cosa es crear que situaciones totalmente improbables (posibles, pero improbables) sucedan.

El problema surge en que estos tipos se creen con toda la autoridad para detenerte la obra. Y en algunos casos (pocos) la tienen. En otros no. Surge mucho conflicto. Cuando llegan ellos gran parte del tiempo tengo que estar peleando con la gente de Proacon, con la gente del gobierno, con la gente que administra todo el proyecto de Supervía Poniente. Total, con todo el mundo. Y el problema es que no se puede conciliar nada. O mejor dicho, no tenía yo poder o autoridad para poder conciliar todos los problemas de la obra. Y encima de eso, problemas que eran del área de producción o de calidad, pasaban a mí ¿Por qué? “Tú eres el de seguridad y es tu responsabilidad que la obra continúe sin problemas”. La cosa es que todo problema era ahora mi responsabilidad (desde ver que la gente no estuviera haciendo del baño en lugares que no eran, que no se faltaran el respeto, que tuvieran comida y agua, que la obra estuviera limpia, si llovía tenía que hacer los accesos de la obra pues, accesibles, poner iluminación en todos los túneles…) y si no lo resolvía paraban la obra, y si paraban la obra se perdía dinero, y si se perdía dinero era culpa de… así es, mía. Y como no se podía resolver nada me caían unas regañadas que terminaron por mermar mi espíritu trabajador.

Aquí terminé de echarle ganas al trabajo. Al fin de cuentas, si te esfuerzas y te cagan o si no te esfuerzas y te cagan, creo que no es difícil hacer un balance y tomar una decisión.

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